Un elefante en una pecera

|

Hoy es uno de esos días en los que tengo ganas de hacer muchas cosas.
Hoy tengo ganas de llorar con una canción.
Hoy tengo ganas de que una persona salga de mi vida, y otra nueva entre.
Hoy tengo ganas de ti, de mí.
Hoy tengo ganas de un apretón de manos sincero; y de no tener miedo a decir "siempre".
Hoy tengo ganas de ser más libre que ayer, pero no menos que mañana.
Hoy tengo ganas de que me tengas ganas.
Hoy tengo ganas de que no sea más fácil encontrar un arma que un médico.
Hoy tengo ganas de ducharme con agua fría y sentir como todos los poros de mi piel se levantan pidiendo calor.
Hoy tengo ganas de ser una lombriz con alas y así poder remover cielo y tierra para encontrarte.
Hoy tengo ganas de que mañana no sea otro día.
Hoy tengo ganas de silencio absoluto. Y que lo único que pueda escuchar sea el latido de un corazón enamorado.
Hoy tengo ganas de ganas.
Hoy tengo ganas de todo, y de nada.

Canción a un triste tigre (Canción, con música)

|
Ven a ver
y mírate
en el espejo.

Piensa bien
si de verdad quieres ser
lo que estás viendo.

Cógeme
de la mano
sin ir más lejos.

Quédate
entre mis brazos
y empieza de nuevo

Coge el tren, haz las maletas,
tu oportunidad no espera.
Deja tu jardín.
Las flores mienten. No te entretengas.

Y hazte a la idea, que en este planeta
no existen caminos, tú eres la veleta
del triste tigre hacia la ciudad secreta
de tu alma.

Cómete el tiempo con una cerveza.
Dispara cañones de tu fortaleza.
Mira las huellas
y olvídalas.

Te estaré esperando en la plaza, repleta
de gente demente navegando a ciegas
con una rosa roja
en mi chaqueta.

Entramos en el portal y...

|
Llegamos a mi casa y, ¡oh, qué bien!, Chopin era líder de ventas en iTunes. Tomamos varias copas sentados en el sofá, mientras reíamos desesperadamente, esperando un grito iluso de deseo. En ese momento, nuestra sonrisa se borró y las miradas cambiaron. La profundidad, color azabache, de sus ojos no me inspiró amor…íbamos bien. Nos acercamos mutuamente sin ningún tipo de vacilación y nos fundimos en un ardiente y amplio beso. La lujuria guardó el champagne en la nevera mientras los dos huíamos despavoridos hacia el dormitorio. Y sin darnos cuenta, la ropa desapareció de la escena, y sólo quedamos ella, el aire caliente y yo. Sus manos recorrían mi cuerpo como una rata en un laberinto; sin rumbo fijo, a una velocidad descomunal…sabiendo dónde iban a terminar. Mientras el mosquito que me estaba picando moría de una subida de temperatura, ella bajaba, y bajaba; casi con más entusiasmo que yo. De repente, mi cere (hmm…)…mi cerebro se volvió compasivo y nos cambiamos los papeles. Sólo el reloj nos vigilaba. Ascendí misteriosamente hacia su boca, porque lo único que deseaba era besarla como si no hubiera mañana. Nos quedamos quietos un segundo, nos miramos, y temblamos de placer cuando en aquella habitación ya sólo había una persona. El sudor era agradable, pero aún más, mis dedos entre su pelo y yo mismo entre sus piernas. Pasamos del adagio al molto vivace; y, por un momento, pensé que íbamos a perder el conocimiento. Y finalmente lo perdimos, dándole rienda suelta al subconsciente. Así, llegué a mi destino…ella, dos veces. Y lo único que fui capaz de decir en aquel momento fue: “Eres fantástica”. Entre el humo del cigarro de despedida, ella sugirió que se había quedado con hambre, por lo que, muy a mi pesar, volvimos al restaurante.

Abre los ojos

|

Una noche despejada.
Un cuarto piso.
Un balcón.
Una comunidad de vecinos que duerme.
Una ventana abierta.
Una pareja haciendo el amor.
Unos niños que aparentan estar dormidos.
Un segurata masturbándose en la penumbra.
Un pensamiento…
Un amigo que se va. Y no va a volver.
Un cigarro.
Dos cigarros…
Y ahí estaba él, mirando la Estrella Polar en busca de un milagro o una pistola. Aquella tarde había estado a punto de…bueno, de volver a llamarla. Parecía que nunca podría superar que lo dejara.
Tres cigarros.
Una canción…la misma canción…la misma imagen.
Dentro de siete horas y media tendría su primer examen; una oportunidad para salir de toda aquella mierda. Pero su incalmable hedonismo no le había dejado estudiar. Otra oportunidad perdida. Otro motivo más.
Sabía que siempre tendría a sus amigos, que no estaba solo. No era suficiente.
No le gustaba su cuerpo. Le parecía una mierda. Pero para quitarse esos kilos de más, necesitaba otros tantos kilos en el bolsillo.
Su madre, su padre, su abuela…
Sin más dilación se acercó al balcón, saboreó el aire sucio de la ciudad y volvió el deseo de cada noche.
Cuatro cigarros.
Un balcón.
Un cuarto piso.
Una noche despejada.
Un salto…
De repente, se despierta en su cama. Todo había sido un sueño. Un sueño que deseaba que se hiciera realidad, pero no tenía el valor suficiente para cumplirlo. Y seguía su asquerosa y lamentable vida.
Su madre, su padre, su abuela…
Un pensamiento…
Sus amigos.
Su carrera.
Su hedonismo.
Laura…
Se levantó, se lavó los dientes y se sentó a desayunar. Entonces, escribió esta canción:

Escupitajo de sentimientos (Rap)

|

Salir de casa, soñando con un mundo mejor,
las campanas del cielo anuncian ya una revolución,
mientras unos piensan cómo agradar al redentor,
otros ya han actuado, dando la espalda a su propia religión.
La voz de la experiencia clama un acto de rebeldía;
jóvenes hedonistas prefieren vivir el día a día;
mujeres que luchan por hacer su sitio en esta sociedad;
y políticos que los apoyan desde sus tronos de hipocresía.
Pero echas un vistazo al horizonte, y piensas con frialdad.
Te das cuenta de que todo esto no es lo que te afecta, en realidad.
Realmente tú ya sabes lo que te preocupa,
tienes un alma ocupa,
culpable de todo tu malestar.
Y sin saber por qué, ni cómo, ni cuándo, ni quién,
te olvidas del destino, sólo piensas en tu camino.
Me faltan palabras para expresar este sentimiento,
pero a estas alturas ya todos sabréis lo que siento,
no?
Subes al bus con ganas de una cerveza,
sabiendo que el mundo no reparará en tu tisteza,
con la presión de tu rutina escondida tras la maleza;
no hay certeza, de si algún día podrás levantar cabeza.
Mientras, el tiempo avanza con aire desinteresado,
sin preocuparse por aquellos que se quedan en el camino, pero,
aun teniendo amigos que estarán siempre a tu lado,
tu mente no reacciona y se obsesiona con el destino.
Egoísmo puro y duro crece de mi corazón,
la soledad que tanto ansío no va del todo con mi estilo;
quizá Goldbach tenía razón con sus números primos
y con otro a mi lado pueda llegar a mi estación. ¡Sí!
Con malas caras no me crecerán alas para volar,
lo que yo necesito es un poco más de libertad,
para obrar, lograr, llorar y amarme a mí mismo,
y conseguir que mis temores duerman por siempre en el abismo.

Hola, adiós.

|
Todas las historias comienzan delante de un folio en blanco; tópico entre tópicos. Miles de “escritores” han puesto su  inspiración en manos su musa, la celulosa. Pero en mi folio ya había un nombre escrito antes de empezar esta historia. Solo diré que acaba muy mal y que lo que pasó entre medias, en realidad, no importa. Al final, dejamos de vernos, de hablarnos y, por supuesto, de acostarnos. El azúcar se volvió amargo y toda esa sarta de gilipolleces. Una caja llena, un corazón vacío, y una canción desesperada son las únicas cosas que quedan de aquella noche. Ah, bueno, y yo.  Fin.

Intercambio de miradas

|

Y allí estaba yo, mirándolo fijamente. Su mirada perdida inspiraba confianza y tranquilidad, a la vez que nostalgia. Sabía que (él)  los echaba de menos, a todos: sus pocos amigos, su familia, su casa, su perro… hasta a su mujer, a la que no hablaba desde hacía varios meses. Sin embargo, algo cambió en el ambiente. De repente, todo se volvió un poco más colorido, así como rojizo. Tanto él como yo sabíamos que era el color del mal. ¿Y por qué lo sabíamos? Bueno, digamos que (él) no había sido un santo, precisamente. Las prostitutas, las drogas y la música blasfema habían hecho que su vida fuera “feliz”, pero vacía y llena de horrores. Así que sus ojos se tornaron un poco y me miró. A pesar de la cantidad de gente que había en aquella sala, eligió posar su mirada sobre mi <persona>. Entonces supe que teníamos más en común de lo que yo pensaba, y que, a pesar de haberlo odiado tanto durante toda mi vida, en aquel momento me inspiró más confianza que nunca. Y ahí seguía, mirándome. Sin mover ni un puto dedo, pero no hacía falta. Su cara de indiferencia me hizo pensar una vez más en que debería haberlo cuidado un poco más, haber estado un poco más cercano a (él)…pero ya era tarde.
Entonces entró un hombre con traje negro en la sala. Simplemente cerró la caja de pino en la que se encontraba y su padre, junto a otros tres amigos, se dispusieron a llevarlo al coche fúnebre. Yo no me moví de mi sitio, mientras observaba la lúgubre situación. El ambiente rojizo se puso cada vez más cargado y cálido. Unas escaleras descendentes aparecieron ante mí, dirigidas hacia un túnel oscuro. Supe que debía seguirlas, pues el infierno me (nos) esperaba. Su madre, aún sobrecogida y llorando como una madalena, echó una mirada atrás y, a pesar de que no podía verme (ya), me miró una última décima de segundo; antes de que yo desapareciera para siempre entre ángeles caídos, por aquellas escaleras.

Hello World

|
Nuevo conducto de desagüe para mis múltiples enfermedades psicosociales.
Twittear